Desde el punto de vista técnico, un buen empaque es aquel que cumple con las expectativas y necesidades de los clientes en términos de:
- Diseño: un diseño atractivo y llamativo puede captar la atención de los clientes y hacer que se sientan atraídos por el producto.
- Información: los clientes quieren saber lo que están comprando, por lo que es importante que el empaque proporcione información clara y detallada sobre el producto, como su contenido, características, beneficios y modo de uso.
- Funcionalidad: un empaque que sea fácil de usar y almacenar puede ser muy valorado por los clientes, especialmente si es un producto que se consume de forma recurrente.
- Sostenibilidad: cada vez más clientes valoran la sostenibilidad en los productos que compran, por lo que un empaque que sea ecológico y reciclable puede ser un punto a favor para muchos de ellos.

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Dichas características técnicas son fundamentales y consideramos que ninguna debería faltar. Pero existen factores intangibles, que solo se hacen evidentes cuando el empaque tiene un espacio en la vida de los compradores, es decir, en la experiencia de uso que se vive con él.

Es por esto que hoy hablaremos de 3 señales claras que nos indican que un empaque es “relevante” para un cliente, más allá de las características tangibles:

 

1. Cuando lo hace sonreír, incluso antes de destaparlo y encontrarse con eso que compró. El acto de destapar una compra ya trae implícito un placer y si además el empaque está en tendencia,  es de un color atractivo y posee un diseño divertido, de seguro generará un sentimiento de felicidad y emoción en el consumidor.


2. Efecto “Awwwww” [suspiro de amor], cuando los emociona y sienten que lo van a seguir usando para muchas cosas. Esto nos pasa a todos, ¡nos enamoramos de ciertos empaques! y los reutilizamos ya sea por funcionalidad, por resistencia o porque nos reafirman nuestros gustos y atracción hacia la marca que nos lo suministró al momento de la “compra feliz”.


3. Cuando lo recomiendan y se vuelven “embajadores” de tu marca, solo por hablar del empaque. ¿Sabías que los clientes satisfechos son tus mejores embajadores? y de seguro esto comienza con el empaque en el que recibieron su compra, porque es allí donde se blinda el éxito de la experiencia que el cliente vive al recibir un producto bien contenido, protegido y que comunica exitosamente los valores de marca.

Si lo pensamos, estas señales corresponden a la dimensión emocional de los consumidores, que según la experiencia vivida, crean conexiones y generan compromisos “inconscientes” que fortalecen o desplazan la posición de la marca en sus mentes. Lo anterior sin perder de vista su coherencia racional frente a las elecciones de los productos que cubrirán sus necesidades y expectativas.

Como podemos ver, la relevancia de un empaque va más allá de sus características físicas, lo que nos exige pensar en métodos y estrategias para generar un impacto emocional genuino, priorizando la “intencionalidad” a la hora de diseñar y consolidar el empaque que representará de forma integral a nuestra marca en el mundo físico y emocional.

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